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La pérdida de biodiversidad pone en riesgo a la especie humana

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UNAM/DICYT
La biodiversidad, que refiere la cantidad de formas de vida que existen en el planeta, legado de millones de años de evolución y herencia irremplazable, es de suma importancia y su pérdida, que ocurre a un ritmo acelerado, pone en peligro la viabilidad, a largo plazo, de la humanidad, aseveró César Domínguez Pérez-Tejada, director del Instituto de Ecología (IE) de la UNAM.

Se ha dicho que de continuar la destrucción de esa riqueza se acabará la vida en el planeta, eso no es verdad, la que está comprometida es “nuestra propia existencia, y en ese proceso se extinguirán muchas especies y organismos más; cuando los humanos hayan desparecido, la naturaleza se recuperará y alcanzará un nuevo equilibrio”, dijo.


El uso indiscriminado de los recursos naturales, por parte de los humanos, pone en riesgo nuestra permanencia en el planeta, sobre todo, la futura, la de nuestros hijos y nietos, abundó. Para atraer la atención mundial en torno a este problema, la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó al 2010 como Año Internacional de la Diversidad Biológica, cuyo lema es La biodiversidad es la vida. La biodiversidad es nuestra vida.

Se propone aprovechar esta celebración para destacar la importancia de la riqueza natural en la existencia humana, reflexionar sobre los logros en su conservación y alentar la reducción significativa, mediante soluciones innovadoras, del ritmo de pérdida; asimismo, iniciar el diálogo entre las partes interesadas para determinar las medidas a adoptar en el período posterior a 2010.

Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, la biodiversidad se pierde a una tasa 100 veces por arriba de lo normal; muchas especies han desaparecido en los últimos 50 años, y la raza humana es responsable de esta extinción masiva, apenas la sexta en la historia del planeta.

Con motivo de la celebración, el secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, expresó que nuestra existencia depende de la diversidad biológica; no obstante, especies y ecosistemas desaparecen a un ritmo insostenible y los humanos somos la causa. Con ello, nos arriesgamos a perder una gran variedad de bienes y servicios ambientales y las consecuencias para las economías y las personas serán profundas, especialmente para los más pobres.

Para este Año Internacional de la Biodiversidad, pidió a cada país y cada habitante del planeta unirse en una alianza para proteger la vida en la Tierra. La diversidad biológica se compone de la variedad de especies, los genes que componen a cada una de ellas –como ocurre el Homo sapiens, cuya estructura genética difiere en cada raza y cuenta con adaptaciones que divergen con cada ambiente– y los ecosistemas; también incluye las interacciones bióticas que ocurren entre los organismos que ocupan un mismo lugar, explicó César Domínguez.

En el planeta existen entre cinco y 100 millones de especies

Descritas, existen entre 1.5 y 1.8 millones de especies, pero el estimado refiere a una cantidad enorme, entre cinco y 100 millones; aunque todo el tiempo se descubren nuevas, es una desgracia que se pierdan a una tasa más acelerada que la que nos permite saber que existieron, señaló. Basado en las tendencias actuales, se considera que 34 mil plantas y cinco mil 200 especies animales -incluyendo una de cada ocho de aves del mundo-, están en amenaza de extinción.

En México, el panorama no es favorable. “Tenemos esta combinación terrible de ser uno de los pocos países megadiversos, con 12 por ciento de todas las especies del planeta y un número importante de organismos que sólo habitan en nuestro territorio, y al mismo tiempo, somos una de las naciones con las tasas de transformación de los ecosistemas más altas del mundo”.

Algunas especies emblemáticas están en serios problemas, como el jaguar; otras ya fueron “extirpadas”, como el oso grizzly y el lobo mexicano. A pesar que hay instituciones comprometidas en la preservación, el problema social es de tal magnitud que choca con los esfuerzos de conservación. Por ello, cualquier esfuerzo tiene que considerar el componente social y económico, de otro modo está condenado al fracaso, expuso Domínguez.

La biodiversidad, ¿para qué?

La diversidad biológica tiene funciones esenciales: de ahí comemos y de ahí vivimos, sostuvo el director del IE. La lista de plantas y animales útiles para el hombre es enorme, ejemplo de ello son las abejas, que polinizan las flores de múltiples cultivos.

Otro servicio ambiental es la captura de carbono en bosques y océanos. Los gases de efecto invernadero se emiten naturalmente, pero los humanos hemos elevado su tasa a niveles nunca vistos, y en consecuencia, se ha provocado el calentamiento global y el cambio climático. El deterioro de esos ecosistemas aumentará la acumulación del dióxido de carbono y el calentamiento de la Tierra. Otro ejemplo son los manglares, que además de ser un filtro biológico importante, reducen el impacto de los huracanes en las costas, y son un sitio de reproducción de múltiples especies.

Además de la purificación del aire y el agua, la desintoxicación y descomposición de desechos, estabilización del clima, moderación de inundaciones, sequías, temperaturas extremas y fuerza del viento, la diversidad biológica se relaciona con la generación y renovación de la fertilidad del suelo, incluyendo el ciclo de nutrientes, el control de plagas y enfermedades, y el mantenimiento de los recursos genéticos como insumos clave para las variedades de cultivos y razas de ganado, medicamentos y otros productos.

Causas de la pérdida

La merma de la diversidad biológica se debe a la pérdida de hábitats por cambio de uso de la tierra. Más de la mitad de los 14 biomas terrestres registran una conversión de entre 20 y 50 por ciento de su superficie total en suelos de cultivo, según la ONU. A ello se suma la sobreexplotación de la variedad de flora y fauna.


Además, el cambio climático se convertirá en una amenaza cada vez más importante en las próximas décadas; se han observado modificaciones en fenómenos como patrones de migración y distribución de especies.

Las plantas, animales y microorganismos transportados de forma deliberada o accidental a un área fuera de su zona geográfica natural, pueden causar grandes daños a los organismos nativos, lo mismo ocurre con los contaminantes de liberación continua de origen urbano y agrícola, los desarrollos costeros sin planificación y la acidificación de los océanos.

Los eventos anteriores de extinción, como el ocurrido hace 245 millones de años, cuando perecieron 90 por ciento de todas las especies marinas y terrestres, incluidos los trilobites, o la de hace 65 millones de años, cuando desaparecieron los dinosaurios, tuvieron causas naturales. Hoy, son humanas, y tal ha sido el impacto que existe la propuesta que la era geológica que vivimos se conozca como “Antropoceno”, comentó.


“Dominar” a la naturaleza es una utopía absurda, consideró César Domínguez; en realidad significa comprometer nuestro porvenir. Es mejor encontrar un equilibrio entre nuestras necesidades y el funcionamiento adecuado del planeta, actual y futuro, y se trata de una situación que va más allá del aspecto romántico de decir “qué bonita es la biodiversidad” o de altruismo; es porque cuidando de ella, nos protegemos nosotros mismos.

La sostenibilidad o desarrollo compatible entre nuestras necesidades y las de las generaciones futuras es difícil de alcanzar. Requiere un cambio radical en la manera de hacer y pensar del mundo entero. Es un problema global que implica superar la visión de corto plazo, como aquellas de los crecimientos a tasas de ocho o nueve por ciento y la que no considera que los recursos del planeta son finitos.

Además, disminuir el consumo de energía que, sobre todo en los países desarrollados, ha aumentado a ritmo acelerado en las últimas décadas, con costos ambientales tremendos y aumentos mínimos en la calidad de vida.

A escala individual, se debe pensar en lo que tenemos. Lo que hacemos todos los días tiene un impacto fuerte: usar menos agua, el auto o las bolsas de plástico en los supermercados y la separación de los desechos, entre otras acciones, constituyen un alivio para el entorno.

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