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Investigadores del Cicese logran cultivar un pez de agua dulce en agua de mar

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En el estado de Baja California el recurso agua dulce es muy limitado y, por ello, buscar nuevas opciones de especies de agua dulce que puedan ser cultivadas en agua de mar resulta importante. "Nosotros demostramos que aquí, en Baja California, puede cultivarse tilapia en agua de mar para evitar la utilización de agua dulce", comentó el Dr. Fernando Bückle, investigador del Departamento de Acuicultura del Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada (Cicese), durante una entrevista, acompañado por la doctora Mónica Hernández, codirectora del proyecto.

Fue un proceso de ocho meses para que los especímenes adquirieran la talla ideal y realizar la primera cosecha de tilapia en agua de mar; los análisis de la biometría de los peces en los tres estanques indicaban cómo se comportaba el cultivo. El primer estanque que fue cosechado (de un total de tres) tuvo un número inicial de 1040 peces, es decir, 34.6 peces x m3, la estimación prospectiva de la producción con base en el peso de los peces indicaban 300 kilogramos, pero al término de la cosecha, resultaron 361 kg de tilapia de muy buena calidad.

El proceso

El cultivo inició con la adquisición de alevines de tilapia –un híbrido entre Oreochromis mossambicus y Oreochromis niloticus de color rojo–, de aproximadamente un centímetro de longitud. Los peces se colocaron en estanques de 1500 litros que contenían agua dulce, donde permanecieron en esas condiciones aproximadamente un mes y medio hasta que alcanzaron 5 gramos, que es el peso recomendado por otros autores para realizar la transferencia al agua de mar. Se efectuaron tres experimentos para conocer el tiempo mínimo requerido para lograr transferir lentamente a los peces del agua dulce al agua de mar. El primer experimento se realizó en 11 días, el segundo en 10 días y el tercero en cinco días.

"El agua dulce tiene 0.5 partes x 1000 de salinidad (‰) y en cinco días los peces se adaptaron a 35 ‰, es decir, al agua de mar. Esto significa que es un cambio osmótico muy fuerte y los animales resistieron perfectamente bien. En general, durante el proceso, la mortalidad fue bajísima (datos en proceso) y nos permitió dividir el material que teníamos en los tres estanques: Uno con 3,300 peces; otro con 1,040 y el tercero con 2,020 especímenes", indicó el Dr. Bückle.

Ya en el agua de mar la tilapia continuó su crecimiento consumiendo un alimento con 35 por ciento de proteína, hasta alcanzar un peso aproximado de 400 gramos, referencia de una buena talla. Estando los peces en agua de mar este peso se obtuvo en cinco meses.

"Durante el proceso de cultivo hay que realizar biometrías cada cierto tiempo; en este caso las fijamos una al mes, lo que permitió ver gradualmente la tasa de crecimiento, para saber el porcentaje de alimento que había que añadir para controlar las frecuencias de alimentación, otro factor importante en las cuestiones de cultivo.

"Con base en los datos de las biometrías de tamaño y peso, fue como se decidió establecer en qué fecha se haría la cosecha del primer estanque, que tenía menos peces", informó Mónica Hernández, investigadora del Departamento de Acuicultura.

La alimentación y las condiciones son controladas, se utiliza el calor del sol a través de un invernadero que permite mantener aproximadamente constante la temperatura del agua en los estanques. La temperatura óptima para el cultivo de tilapia varía entre 26 grados y 31 grados Celsius, específicamente en este proyecto en promedio la temperatura permaneció a 28.4 grados Celsius. Además de un control estricto de los parámetros fisicoquímicos del agua, como son la concentración de oxígeno, el pH, la concentración de amonio y nitritos, nitratos, sólidos suspendidos, salinidad, entre otros.

Es importante mencionar que esta experiencia de cultivo se realiza en estanques con una capacidad de 30 metros cúbicos y los sistemas de recirculación diseñados y construidos en el Departamento de Acuicultura. Estos sistemas representan muchas ventajas, como son la reutilización de agua con un porcentaje de recambio mínimo, mayor control sanitario, menor impacto al ambiente, mejor control de los parámetros de calidad del agua, entre otros.

El sacrificio y las recompensas de la investigación

"Es bastante sacrificado trabajar en los invernaderos a 41 grados Celsius, claro que yo y todas las personas que nos han apoyado en este proceso nos dimos una gran cantidad de baños turcos, con los que eliminamos nuestras toxinas y nos sentimos todos los días mejor, esa es una de las ventajas.

"Ha sido una experiencia enriquecedora y para nosotros ha representado bastante trabajo el mantenimiento de los animales, que nos obligaba a venir de lunes a domingo, en las mañanas y en las tardes, fueron meses de mucho, mucho trabajo", comentaron ambos investigadores, quienes señalan que aquí no termina la historia pues aún falta la cosecha de dos estanques más.

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Fuente: ECOticias