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Muertos por agua

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En el año de 1922, un estallido en las bombas de agua de la Condesa dejó seca a la Ciudad de México. El presidente municipal, Miguel Alonzo Romero, supervisaba personalmente las reparaciones de la línea acuática que corría a lo largo de lo que hoy en día es la avenida Alfonso Reyes.

México se disolvía como una pastilla efervescente en la disputa por el poder y pagaba el precio de la guerra civil que se conoce como Revolución Mexicana. No se movía una hoja del árbol revolucionario sin la anuencia del caudillo Álvaro Obregón, el secretario de Gobernación Plutarco Elías Calles construía en la sombra y en secreto su futuro político.

De las atarjeas empezaba a desprenderse un hedor penetrante. En el centro de la ciudad no había pozos artesianos, la peregrinación en busca de agua era un calvario. El viernes 24 de noviembre de aquel año, EL UNIVERSAL llevaba impreso este titular de alarma en la primera plana: “La ciudad continúa sin servicio de agua. Es ya insoportable la situación del vecindario”. En algunos puntos de la ciudad manaba un chorro mínimo de agua, pero sólo en la planta baja de las casas pues carecía de presión para subir a los tinacos. En las colonias San Rafael y Santa María, donde había pozos artesianos, los vecinos se surtían de agua acarreándola en botes para las necesidades caseras: “Los aguadores han resurgido y llevan los botes de agua a las casas, a veinticinco centavos para la planta baja, cincuenta para la alta. Sólo los vecinos de una parte de avenida Chapultepec han cubierto sus necesidades. Ello se debe a que el servicio de agua en ese rumbo se da directamente del acueducto sin pasar por las bombas de la Condesa”. Entonces ocurrió la primera manifestación contra el Ayuntamiento.

25 de noviembre, EL UNIVERSAL: “No hay esperanzas de que se reanude pronto el servicio de aguas. El Palacio Municipal, resguardado por las fuerzas públicas”. Algunos lugares de la ciudad ofrecían Agua Artesiana: “Servicio diario de baños en el hotel Regis, de 8 a 2 y de 6 a 8”. En los cines Lux, Parisiana, Majestic y Progreso se estrenaba De Harapos a Riquezas. En el teatro Abreu se presentaba El Gato Montés y en El Frontón se enfrentaban en un duelo de titanes Gabriel y Lizárraga contra Elola y Montes. La nueva navaja mejorada Gillette ofrecía su producto “para los hombres que saben”. El dolor de cabeza y el malestar causado por la intemperancia lo sanaban como un milagro la Cafiaspirina, tabletas Bayer de aspirina y cafeína.

Frente al centro social de la Confederación Regional Obrera ubicada en Belisario Domínguez comenzaron a reunirse los manifestantes. En grupos llegaban los miembros de distintas asociaciones sindicalistas que formaban parte de esa confederación. Obreros, tejedores, trabajadores de las artes gráficas, sindicato de actores, zapateros, cerveceros, empleados de limpia, sindicato de billeteros. Una columna de cinco mil manifestantes avanzó sobre la calle de Hidalgo para llegar al Gobierno del Distrito Federal. Le pidieron al gobernador que saliera al balcón. La manifestación siguió por Madero y se dirigió hacia el Palacio Municipal. Dio vuelta en Mercaderes. Una de las versiones afirma que los primeros disparos salieron de las torres de Catedral. Otros dicen que los proyectiles se dispararon desde el Palacio Municipal y otros afirman que los manifestantes hicieron uso de sus armas de fuego. Los disparos enardecieron a la multitud. Usando andamios de obras como arietes entraron a Palacio y fueron recibidos a tiros. Ahí cayeron varios manifestantes, otros siguieron su camino e incendiaron oficinas y archivos. El saldo de la escasez de agua: treinta y cinco muertos y numerosos heridos.

El 2 de diciembre de 1922, el primer motor de las bombas de la Condesa rugió cuando encendió e inyectó agua a las tuberías. El Presidente Obregón dijo: “Las grandes crisis suelen traer grandes lecciones. Y yo deseo vivamente que la crisis del agua, las dolorosas consecuencias que ha traído, despierten un justo interés en los legisladores para que estudien el mal en su origen”. La organización de la presidencia municipal del DF tocaba a su fin y las familias enterraban a los muertos del agua.

Fuente: El Universal