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Comunidades rurales de Nicaragua unidas para acceder al agua

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agua-en-managua“La vida es más difícil cuando las comunidades no tienen acceso al agua. Es desesperante tener que caminar todos los días en búsqueda de una fuente para beber, cocinar y lavar ropa”, dice Cristina Martínez López (39), quien junto a su marido y sus cinco hijas han sufrido la falta de una fuente segura de agua potable.

El Chagüite, 300 km al norte de Managua -capital de Nicaragua-, es una comunidad pobre y agrícola, cuyos pobladores se movilizan a caballo, en bicicleta o a pie, en caminos áridos y polvosos. Entre octubre y noviembre, los árboles dan algo de frescura, pero durante los meses siguientes el sol es inclemente y la temperatura sube hasta 38ºC.

En esta aldea hay pequeños yacimientos de agua no aptas para consumo. Sin embargo, Cristina cuenta que por la escasez que sufren, han tenido que beberla.

Para enfrentar este problema y tener acceso a agua segura, la comunidad se organizó en un Comité de Agua Potable y solicitó apoyo al proyecto ‘Enfoque territorial contra el cambio climático, medidas de adaptación y reducción de vulnerabilidades en la región de Las Segovias’, financiado por la Cooperación Suiza para Centro América e implementado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en coordinación con alcaldías locales, el Ministerio del Ambiente y los Recursos Naturales  (MARENA) y el organismo Acción Contra el Hambre.

El proyecto, que comenzó en diciembre de 2011, se ejecuta en tres departamentos territoriales de Nicaragua: Estelí, Madriz y Nueva Segovia, con un presupuesto de US$3.382.000.00 otorgados por la Cooperación Suiza para América Central y fondos regulares del PNUD. El objetivo es contribuir a la reducción de la pobreza, aumentando la resiliencia de la población vulnerable y de sus medios de vida frente al cambio climático.

Para la comunidad El Chagüite, resolver el problema de la escasez de agua era una prioridad. Después de  varios intentos de búsqueda, finalmente identificaron un acuífero con varios canales subterráneos. El proyecto apoyó la realización del estudio hidrológico, la construcción de un pozo, la instalación del motor de extracción, y reforestación; se impartieron charlas sobre el manejo del sistema de agua y la protección del medio ambiente y se dio asesoría legal al Comité de Agua Potable.

Aproximadamente 6.100 personas han sido beneficiadas con  la implementación de medidas de adaptación al cambio climático en tres microcuencas priorizadas: obras para cosecha de agua, sistemas agroforestales, bancos de semilla y acueductos comunitarios, y fortalecimiento de capacidades. Se han construido 11 obras de protección ante inundaciones, como puentes vados, sistemas de drenaje pluvial y muros de protección de riberas.

En los procesos de fortalecimiento de capacidades locales se ha formado a más de 2.000 personas entre productoras/es, técnicos de instituciones y autoridades municipales, docentes de universidades, periodistas y líderes religiosos en gestión de riesgos, resiliencia, causas del cambio climático, efectos y medidas de adaptación.

La metodología impulsada en las capacitaciones es “aprender  haciendo”, lo que ha permitido contribuir con la sostenibilidad del medio ambiente y posicionar a este proyecto como referente para ser replicado en otras zonas del país.

Los gobiernos locales y asociaciones de municipios trabajaron en la elaboración de estrategias de adaptación al cambio climático y su inserción en los procesos de planificación territorial. Las universidades de la zona también apoyaron el proceso, incluyendo el tema en los planes de estudios.

El proyecto cuenta con una estrategia de comunicación que promueve el cambio de comportamiento y enseña a la población sobre adaptación al cambio climático y resiliencia.

Según Douglas Benavidez, Coordinador del proyecto: “Es un buen ejemplo de los aportes que podemos brindar en beneficio de comunidades en extrema pobreza, manifestándose, concretamente, en comunidades como El Chagüite y familias como la de Cristina, quien ahora es usuaria de un sistema de agua segura y ha adquirido capacidades en el manejo de cuencas y promoción de resiliencia”.

Hoy la población de El Chagüite está alegre y satisfecha con su sistema. Ya no pierde el tiempo buscando agua, sino que se preocupa por conservar ese recurso.

“Cuando una comunidad se une y cada persona asume un compromiso social, las condiciones de vida mejoran,  porque se convierten en protagonistas de su propio desarrollo”, asegura Cristina.

 

Por Glomara Iglesias y Walter Lacayo

 

Fuente: www.undp.org