Jesús Magallanes Patiño
Cuando se habla de cambio climático, lo primero que viene a la mente son los estragos que causan un huracán o una gran inundación, pues estamos influenciados por la información que muestran los noticieros. Sin embargo, los efectos del cambio climático se pueden sentir todos los días, a veces sin que lo notemos conscientemente.
De manera cotidiana debemos tomar acciones para enfrentar dicho cambio, algo que se conoce como “adaptación al cambio climático”. La mayor cantidad de agua que tomamos, debido al aumento de temperatura promedio (aunque no sea más que una fracción de grado), representa una manera simplista de contrarrestar uno de sus efectos. En ocasiones, los impactos del cambio climático tienen consecuencias que pueden afectar severamente nuestras vidas y, entonces, debemos tomar las acciones necesarias para contrarrestarlo. Estas acciones, generalmente requieren una gran cantidad de recursos para su implantación. A pesar de que se han aplicado acciones de adaptación en muchos lugares de nuestro país, no se tiene una idea clara de cuáles acciones de adaptación resultan más efectivas, en términos de recursos para su implantación. En este artículo, se propone una metodología para evaluar las medidas de adaptación desde los puntos de vista social y económico.
