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Los conflictos y los patrones climáticos perjudican a la seguridad alimentaria

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cambio climatico y seguridad alimentariaLas lluvias irregulares y la subida de precios de los cereales incrementan el riesgo de hambre en África oriental

5 de marzo de 2018, Roma – En el mundo persisten elevados niveles de inseguridad alimentaria, debido en gran parte a los conflictos y a impactos climáticos adversos que están teniendo graves consecuencias, en particular en los países de África oriental y el Próximo Oriente, donde un gran número de personas sigue necesitando ayuda humanitaria, señala un nuevo informe de la FAO.

Unos 37 países necesitan ayuda alimentaria externa -sin variación desde hace tres meses-, según el nuevo informe de Perspectivas de cosechas y situación alimentaria de la FAO publicado hoy.

Los conflictos civiles y la inseguridad son las causas directas de las altas tasas de hambre en 16 de esos países, desde Burundi hasta Yemen. Los enfrentamientos desplazan a millones de personas, obstaculizando las actividades agrícolas y, en muchos casos, haciendo que se disparen los precios de los alimentos básicos. La inflación en la República Democrática del Congo creció más del doble en 2017, hasta una tasa anual del 42 por ciento. La violencia ha interrumpido las rutas comerciales tradicionales en el Sahel, lo que ha elevado los precios, mientras el sur y el este de Libia padecen escasez de alimentos.

Al mismo tiempo, las lluvias inadecuadas y erráticas representan una amenaza cada vez mayor para la seguridad alimentaria en África austral, así como en África oriental, donde muchas familias rurales han padecido hasta cuatro temporadas agrícolas consecutivas afectadas por la sequía.

 
El clima seco impacta en África oriental
 
La producción total de cereales se recuperó en África en 2017, debido principalmente a los fuertes incrementos en África austral tras unas cosechas muy recortadas en 2016.
 
Sin embargo, la producción de cereales en África oriental registró un descenso del 7,2 por ciento, lo que provocó un aumento de la tensión en varios países. El informe advierte que se prevé que las cosechas recientemente concluidas de cereales de la temporada secundaria estén por debajo de la media en el sudeste de Kenya, el noreste de Tanzania y el sur de Somalia.
 
La producción total de cereales de la temporada de lluvias “deyr” de Somalia es un 20 por ciento inferior a la media –según los cálculos- debido a que las lluvias estacionales tuvieron un comienzo tardío y se interrumpieron de forma temprana. Se observó un patrón similar de precipitaciones y rendimientos en el noreste de Tanzania, y se estima que la producción de cereales de Sudán del Sur de las temporadas de siembra de 2017 es la menor desde que comenzó el conflicto a fines de 2013.
 
Las condiciones de sequía en algunas zonas de Etiopía y Somalia se han aliviado, pero no lo suficiente como para compensar por completo los déficits de la humedad del suelo acumulados. La disponibilidad de pastos está todavía por debajo del promedio y las condiciones físicas del ganado son en general deficientes. En Kenya, las lluvias estacionales estuvieron hasta un 80 por ciento por debajo de los niveles medios, lo que obliga a vigilar de cerca las condiciones de los pastizales en las zonas orientales del país.
 
Los precios de los principales cereales están también en niveles elevados en Etiopía y Sudán, donde los precios al por menor del sorgo, mijo y trigo se han duplicado desde octubre pasado en la mayoría de los mercados locales. La subida de los precios estuvo provocada por la eliminación de los subsidios gubernamentales al trigo -que aumentaron la demanda de cereales sustitutivos- y por la debilitad de las divisas.
 
Se espera que las lluvias estacionales desfavorables en el sur de Madagascar den como resultado una nueva caída en los rendimientos de los cultivos en 2018. Esto sumado a unos precios históricamente altos del arroz, debería aumentar la presión sobre las condiciones de seguridad alimentaria, en especial en las zonas meridionales del país.
En otros lugares de África austral, se espera que la producción caiga en relación a los niveles récord de 2017, haciendo crecer la inquietud sobre la seguridad alimentaria en la subregión, que llevó a la FAO a emitir una alerta especial la semana pasada.
 
Los 37 países que actualmente necesitan ayuda alimentaria externa son Afganistán, Burkina Faso, Burundi, Camerún, Chad, Congo, Djibouti, Eritrea, Etiopía, Guinea, Haití, Iraq, Kenia, Lesotho, Liberia, Libia, Madagascar, Malawi, Malí, Mauritania, Mozambique, Myanmar, Níger, Nigeria, Pakistán, República Centroafricana, República Democrática del Congo, República Popular Democrática de Corea, Sierra Leona, Somalia, Sudán del Sur, Sudán, Swazilandia, Siria, Uganda, Yemen y Zimbabwe.


Fuente: FAO