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Nudo Gordiano La venganza de Moctezuma Tláloc

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Yuriria Sierra
Ojalá que llueva... no café, ¡que llueva!, pero de verdad, que caiga agua en el campo. Y es que seguramente Tláloc nos está cobrando la cuota porque ha sido el mismo baile y el mismo cantar de todos, los que deberíamos tomar en serio la cuestión del agua y la de quienes se supone que están a cargo de la distribución de los servicios y que nos ha llevado, junto con ese otro cantar del cambio climático, a tener un país en sequía constante. Aunque para muchos sea cosa de risa hablar del cambio climático y su repercusión en la vida y la rutina de todos. Para ellos, para todos, van unos datos:

Según la Comisión Nacional de Agua, el mínimo que presentan muchas de las más de 800 presas que hay en el país es resultado de este fenómeno. Las más de 50 mil cabezas de ganado perdidas y los siete millones de hectáreas de cultivo en riesgo son consecuencia directa de cómo el cambio climático ha llevado a la formación de las lluvias que provoca el fenómeno de El Niño, que ha dejado tantas huellas en nuestro país, y éstas se formen en alta mar y no cerca de la costa, donde tiene repercusión directa en la tierra.
 

Las cifras de la Conagua hablan de la formación de apenas siete huracanes en el océano Pacífico y de tres más en el Atlántico, pero ninguno con la fuerza necesaria para provocar lluvias intensas que le resten estadística a la sequía.
Los pronósticos son de que podrían llegar nuevos huracanes del lado del Pacífico y siete del Golfo y del Atlántico, y aunque no se puede saber la fuerza que tendrán, sí se espera que sea un golpe fuerte a la sequía de un país como el nuestro, que no podría vivir sin estos fenómenos de los cuales depende en gran medida el nivel de agua de las presas.
 

Este estado de sequía es el peor en los últimos 70 años y aquí sí no podemos culpar al PRI, pero sí alarmarnos porque eso significa que está en riesgo el trabajo de más de 3.5 millones de campesinos del país, y lo que cultivaron en miles de hectáreas de tierra. Y eso tendría una consecuencia directa en materia económica y hasta de salud. Todo es parte de un círculo donde la naturaleza nos dice que ella sigue siendo quien manda, por muchos tratados, acuerdos y planes que se implementen y logren gracias al razonamiento de unos cuantos (...y el actuar de todos).
 

Esa es la explicación por la que algunos gobiernos locales, especialmente en el Distrito Federal, han tomado medidas emergentes con el fin de controlar el abasto de agua. Las presas no han podido aumentar su nivel. Las que se encargan de surtir a la Ciudad de México se encuentran a 40%; las que surten a otros estados (Chihuahua, Tamaulipas, Nuevo León o Coahuila) están entre 60 y 90%, pero eso tampoco asegura que el agua llegue a su destino, al menos no a los campos de cultivo.
 

La sequía que se vive en México no es sino una de las tantas consecuencias que se viven en mundo, producto de un calentamiento global que para muchos sigue siendo mito y dicen: “¡Otra vez la misma canción!”, cada vez que alguien habla de él; aunque utilizando un mexicanismo, esto no es más que la venganza de Tláloc.
La sequía que se vive en México no es sino una de las tantas consecuencias que se sufren en el mundo, por el calentamiento global.