class="contentpane"> El Museo Caja de Agua de Tlatelolco alista su apertura
Viernes, 27 de Mayo de 2011 06:50
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El Museo Caja de Agua de Tlatelolco, cuyos muros resguardan uno de los murales más antiguos del periodo novohispano, espera abrir sus puertas al público en agosto o septiembre próximo, aunque con ciertas restricciones para su visita.

El recinto, que tenía previsto abrir el año pasado, mostrará las partes originales de la cisterna hallada en 2002 y una recreación en 3D de la pintura mural realizada por indígenas a principios del siglo XVI.

Los 49 mil 800 fragmentos de pintura mural recuperados de esta cisterna, inaugurada el 6 de enero de 1536 y descubierta durante una obra de urbanización por parte de la Secretaria de Relaciones Exteriores, están siendo restaurados por personal del Instituto Nacional de Antropología e Historia, quienes hasta ahora han logrado montar una tercera parte de este gran rompecabezas.

Esta pila, de 5.20 metros por 8.60, en su parte exterior, y con una cara interna de 4 metros por 6.60, que proveía de agua al Colegio de la Santa Cruz, fue localizada al pie de la fachada oeste del Convento de Santiago Tlatelolco y albergaba en su interior evidencias arqueológicas que manifiestan la fusión de las culturas mexica y europea durante los albores novohispanos, explicó Salvador Guilliem Arroyo, arqueólogo que encabeza este proyecto.

Tras varias etapas de trabajo se logró recuperar casi 8 metros cuadrados de ese mural que es una muestra del mestizaje entre Europa y América, “entre el mundo indígena y los conquistadores españoles”.

Con las piezas de la pintura mural se hallaron restos óseos de animales (peces, porcinos, bovinos y hasta cascarones de huevos), cerámica y porcelana china, lo que demuestra que cuando fue sellada se hizo una ceremonia de finiquito.

A partir de un estudio historiográfico, dice Guilliem, sabemos de la orden de un virrey para que se borre toda la huella del rostro indígena, de los indios del México antiguo. Cuando llega la orden de clausura para esta construcción se hace una ceremonia con todo el pensamiento mesoamericano: la entierran pero como algo sagrado.

Escenas de pescadores y cazadores de patos, un jaguar, una lechuza, monos, serpientes y un crucifijo figuran en el mural, que, dice el especialista encargado de la zona arqueológica, es una alegoría maravillosa, como si el nuevo orden religioso trajese armonía a los indios.

“Se trata, hasta ahora, de pinturas únicas en su género que tienen gran parentesco con las ilustraciones del famoso Códice Florentino de fray Bernardino de Sahagún, el Mapa de Upsala y otros códices como el Azcatitlan y el Cozcatzin”, dice Guilliem Arroyo.

Desde 2007, un equipo de restauradores y conservadores de la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural del INAH han logrado armar tres grandes fragmentos que ya han sido colocados alrededor de la cisterna y siguen con el proceso de armado del rompecabezas.

Reintegrar ese discurso en la caja será un trabajo que llevará muchos años, señala Guilliem, pero asegura que planean abrir al público en agosto o septiembre próximo. Por ahora se realizan estudios para determinar el número considerado de visitas, ya que uno de los objetivos es conservar el mural.

Según el arqueólogo, esta pila de agua fue construida con dos intenciones: proveer el líquido vital y expresar el nuevo orden religioso impuesto por los conquistadores españoles mediante el bello mensaje pintado en sus muros.

Caja de agua o pila, explicó, son nombres populares asignados a los depósitos que se nutren mediante canales llamados apantles, en los que el agua siempre está en movimiento. Según el Mapa de Upsala, esta Caja de Agua fue construida entre el Convento de Santiago y el Colegio de la Santa Cruz; el agua ingresaba en ella y después continuaba su recorrido hacia el oriente, hasta el tecpan (palacio), donde abastecía a sus ocupantes y regaba las huertas reales.

Fuente: El Universal

El Museo Caja de Agua de Tlatelolco alista su apertura

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El Museo Caja de Agua de Tlatelolco, cuyos muros resguardan uno de los murales más antiguos del periodo novohispano, espera abrir sus puertas al público en agosto o septiembre próximo, aunque con ciertas restricciones para su visita.

El recinto, que tenía previsto abrir el año pasado, mostrará las partes originales de la cisterna hallada en 2002 y una recreación en 3D de la pintura mural realizada por indígenas a principios del siglo XVI.

Los 49 mil 800 fragmentos de pintura mural recuperados de esta cisterna, inaugurada el 6 de enero de 1536 y descubierta durante una obra de urbanización por parte de la Secretaria de Relaciones Exteriores, están siendo restaurados por personal del Instituto Nacional de Antropología e Historia, quienes hasta ahora han logrado montar una tercera parte de este gran rompecabezas.

Esta pila, de 5.20 metros por 8.60, en su parte exterior, y con una cara interna de 4 metros por 6.60, que proveía de agua al Colegio de la Santa Cruz, fue localizada al pie de la fachada oeste del Convento de Santiago Tlatelolco y albergaba en su interior evidencias arqueológicas que manifiestan la fusión de las culturas mexica y europea durante los albores novohispanos, explicó Salvador Guilliem Arroyo, arqueólogo que encabeza este proyecto.

Tras varias etapas de trabajo se logró recuperar casi 8 metros cuadrados de ese mural que es una muestra del mestizaje entre Europa y América, “entre el mundo indígena y los conquistadores españoles”.

Con las piezas de la pintura mural se hallaron restos óseos de animales (peces, porcinos, bovinos y hasta cascarones de huevos), cerámica y porcelana china, lo que demuestra que cuando fue sellada se hizo una ceremonia de finiquito.

A partir de un estudio historiográfico, dice Guilliem, sabemos de la orden de un virrey para que se borre toda la huella del rostro indígena, de los indios del México antiguo. Cuando llega la orden de clausura para esta construcción se hace una ceremonia con todo el pensamiento mesoamericano: la entierran pero como algo sagrado.

Escenas de pescadores y cazadores de patos, un jaguar, una lechuza, monos, serpientes y un crucifijo figuran en el mural, que, dice el especialista encargado de la zona arqueológica, es una alegoría maravillosa, como si el nuevo orden religioso trajese armonía a los indios.

“Se trata, hasta ahora, de pinturas únicas en su género que tienen gran parentesco con las ilustraciones del famoso Códice Florentino de fray Bernardino de Sahagún, el Mapa de Upsala y otros códices como el Azcatitlan y el Cozcatzin”, dice Guilliem Arroyo.

Desde 2007, un equipo de restauradores y conservadores de la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural del INAH han logrado armar tres grandes fragmentos que ya han sido colocados alrededor de la cisterna y siguen con el proceso de armado del rompecabezas.

Reintegrar ese discurso en la caja será un trabajo que llevará muchos años, señala Guilliem, pero asegura que planean abrir al público en agosto o septiembre próximo. Por ahora se realizan estudios para determinar el número considerado de visitas, ya que uno de los objetivos es conservar el mural.

Según el arqueólogo, esta pila de agua fue construida con dos intenciones: proveer el líquido vital y expresar el nuevo orden religioso impuesto por los conquistadores españoles mediante el bello mensaje pintado en sus muros.

Caja de agua o pila, explicó, son nombres populares asignados a los depósitos que se nutren mediante canales llamados apantles, en los que el agua siempre está en movimiento. Según el Mapa de Upsala, esta Caja de Agua fue construida entre el Convento de Santiago y el Colegio de la Santa Cruz; el agua ingresaba en ella y después continuaba su recorrido hacia el oriente, hasta el tecpan (palacio), donde abastecía a sus ocupantes y regaba las huertas reales.

Fuente: El Universal