class="contentpane"> Día Internacional de las Montañas, 11 de diciembre
Viernes, 11 de Diciembre de 2020 10:57
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dia mundia de las montañas

 

El papel de las montañas como depósitos de agua

Todos los grandes ríos del mundo tienen sus cabeceras en tierras montañosas y más de la mitad de la humanidad depende del agua dulce que se acumula en las zonas montañosas. Aunque constituyen una proporción relativamente pequeña de cuencas fluviales, la mayor parte del caudal se origina en las montañas, y esta proporción depende de las estaciones. Estos «depósitos de agua» son esenciales para el sustento de la humanidad. Al crecer la demanda, aumentan las posibilidades de conflicto por el uso del agua de las montañas. La gestión cuidadosa de los recursos hídricos debe ser, por lo tanto, una prioridad absoluta en un mundo que está destinado a una crisis de agua en el próximo siglo. Muchas razones impulsan a centrar la atención en las montañas. Las más importantes son:

Abundancia de las precipitaciones. Las montañas forman barreras en la circulación de las masas de aire. Al tener que elevarse, el aire se enfría, lo que da lugar a las precipitaciones. En las regiones semiáridas y áridas, sólo las tierras altas tienen pluviosidad suficiente para producir escorrentía y recargar las capas de agua subterránea.
Almacenamiento y distribución del agua en las tierras bajas. Las aguas captadas a altitudes elevadas fluyen por gravedad por la red fluvial o las faldas acuíferas subterráneas hacia las tierras bajas, donde hay una fuerte demanda de los centros urbanos, la agricultura y la industria. Por ejemplo, los 1,4 millones de habitantes de La Paz y El Alto (Bolivia) dependen sobre todo del agua procedente de los glaciares circundantes por encima de 4 900 m.s.n.m., y el 75 por ciento de la energía eléctrica para estas ciudades se produce en las centrales hidroeléctricas de la vertiente oriental de los Andes.

En las zonas húmedas del mundo, la proporción de agua generada en las montañas puede llegar hasta el 60 por ciento del total de agua dulce disponible en la cuenca, mientras que en las zonas semiáridas y áridas esta proporción suele superar el 90 por ciento.

El agua como sustentadora de vida. El suministro de agua limpia y potable es fundamental para la existencia y la salud humanas. Desde 1940, las extracciones mundiales de agua dulce de todas las fuentes (es decir, el uso de agua de superficie o subterráneas) han aumentado en más del cuádruple. El 70 por ciento del agua se utiliza para riego. La relación entre el agua de las montañas y la producción mundial de alimentos es evidente, en particular en los climas áridos y semiáridos de las zonas tropicales y subtropicales donde se encuentran la mayoría de los países en desarrollo y más de la mitad de la población mundial. Además, el agua almacenada en los lagos y embalses de las montañas tiene un valor económico adicional como fuente potencial de energía hidroeléctrica. El agua dulce de las montañas mantiene también muchos hábitats naturales, en tierras altas o bajas, contribuyendo así a la conservación de la biodiversidad.

Ecosistemas frágiles. Las montañas son ecosistemas muy frágiles. Las lluvias intensas, las fuertes pendientes y los suelos poco firmes pueden dar lugar a fuertes escorrentías de superficie, erosiones y deslizamientos de tierras. Los sedimentos producidos por la erosión contaminan en alto grado las aguas de superficie. El uso de la tierra, el desarrollo de infraestructuras, la minería y el turismo en las zonas montañosas pueden condicionar notablemente la cantidad y la calidad del agua de los ríos y los acuíferos.

Fuente: FAO

Día Internacional de las Montañas, 11 de diciembre

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El papel de las montañas como depósitos de agua

Todos los grandes ríos del mundo tienen sus cabeceras en tierras montañosas y más de la mitad de la humanidad depende del agua dulce que se acumula en las zonas montañosas. Aunque constituyen una proporción relativamente pequeña de cuencas fluviales, la mayor parte del caudal se origina en las montañas, y esta proporción depende de las estaciones. Estos «depósitos de agua» son esenciales para el sustento de la humanidad. Al crecer la demanda, aumentan las posibilidades de conflicto por el uso del agua de las montañas. La gestión cuidadosa de los recursos hídricos debe ser, por lo tanto, una prioridad absoluta en un mundo que está destinado a una crisis de agua en el próximo siglo. Muchas razones impulsan a centrar la atención en las montañas. Las más importantes son:

Abundancia de las precipitaciones. Las montañas forman barreras en la circulación de las masas de aire. Al tener que elevarse, el aire se enfría, lo que da lugar a las precipitaciones. En las regiones semiáridas y áridas, sólo las tierras altas tienen pluviosidad suficiente para producir escorrentía y recargar las capas de agua subterránea.
Almacenamiento y distribución del agua en las tierras bajas. Las aguas captadas a altitudes elevadas fluyen por gravedad por la red fluvial o las faldas acuíferas subterráneas hacia las tierras bajas, donde hay una fuerte demanda de los centros urbanos, la agricultura y la industria. Por ejemplo, los 1,4 millones de habitantes de La Paz y El Alto (Bolivia) dependen sobre todo del agua procedente de los glaciares circundantes por encima de 4 900 m.s.n.m., y el 75 por ciento de la energía eléctrica para estas ciudades se produce en las centrales hidroeléctricas de la vertiente oriental de los Andes.

En las zonas húmedas del mundo, la proporción de agua generada en las montañas puede llegar hasta el 60 por ciento del total de agua dulce disponible en la cuenca, mientras que en las zonas semiáridas y áridas esta proporción suele superar el 90 por ciento.

El agua como sustentadora de vida. El suministro de agua limpia y potable es fundamental para la existencia y la salud humanas. Desde 1940, las extracciones mundiales de agua dulce de todas las fuentes (es decir, el uso de agua de superficie o subterráneas) han aumentado en más del cuádruple. El 70 por ciento del agua se utiliza para riego. La relación entre el agua de las montañas y la producción mundial de alimentos es evidente, en particular en los climas áridos y semiáridos de las zonas tropicales y subtropicales donde se encuentran la mayoría de los países en desarrollo y más de la mitad de la población mundial. Además, el agua almacenada en los lagos y embalses de las montañas tiene un valor económico adicional como fuente potencial de energía hidroeléctrica. El agua dulce de las montañas mantiene también muchos hábitats naturales, en tierras altas o bajas, contribuyendo así a la conservación de la biodiversidad.

Ecosistemas frágiles. Las montañas son ecosistemas muy frágiles. Las lluvias intensas, las fuertes pendientes y los suelos poco firmes pueden dar lugar a fuertes escorrentías de superficie, erosiones y deslizamientos de tierras. Los sedimentos producidos por la erosión contaminan en alto grado las aguas de superficie. El uso de la tierra, el desarrollo de infraestructuras, la minería y el turismo en las zonas montañosas pueden condicionar notablemente la cantidad y la calidad del agua de los ríos y los acuíferos.

Fuente: FAO