ATL

Agua Agua Eventos extremos La crisis del agua: Sequía, inundaciones, contaminación... sed

La crisis del agua: Sequía, inundaciones, contaminación... sed

E-mail Imprimir
AddThis Social Bookmark Button

Las tormentas, el cambio climático, la deforestación y el crecimiento urbano tienen a la capital cercana al colapso y al país en graves problemas hídricos.
2009-09-20 | Milenio semanal
Escasez, contaminación y mal uso son los problemas del agua en México. Contamos con 654 acuíferos de los cuales 65 están sobreexplotados y 47 cerca de alcanzar esa condición. Del agua disponible, 73 por ciento está contaminada y requiere tratamiento antes de ser destinada al consumo humano, y, gracias al cambio climático, tenemos sed y a la vez nos inundamos.

 


La crisis del agua y sus crudas, contrastantes expresiones: la sequía que se extiende por el país atenta contra el abasto de alimentos y provoca trastornos en la vida de las sedientas ciudades. Por otra parte, sufrimos de cada vez más intensas lluvias e inundaciones, y los ríos contaminados se han convertido en caudales de basura y desechos... la realidad es que México padece de estrés hídrico, siendo nuestro país el de menor disponibilidad de agua per cápita en Latinoamérica debido a la sobreexplotación de los acuíferos, la contaminación y el constante desperdicio.


Las cifras: más de 12 millones de mexicanos carecen de agua y otros 10 millones se abastecen de lejanos pozos en zonas rurales y de pipas en el extenso territorio de la marginación urbana. En 23 ciudades del país, 25 millones de personas sufren una disponibilidad extremadamente baja del preciado recurso según los parámetros internacionales establecidos por Naciones Unidas. La mayoría de nuestras ciudades de más de 50 mil habitantes se encuentran sobre acuíferos sobreexplotados. De acuerdo a datos de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) sólo seis por ciento de los cuerpos de agua superficiales se encuentra libre de contaminación y, en promedio, los habitantes de ciudades como el Distrito Federal, Monterrey, Tijuana, Guadalajara, reciben 18 por ciento menos agua que en el año 2000. Por si esto fuera poco, datos de Comisión Federal para la Protección Contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) indican que en los últimos años un promedio de cinco millones de mexicanos sufren enfermedades diarreicas como consecuencia de una deficiente cloración del agua en entidades como Chiapas, Zacatecas, Guerrero, Campeche, Yucatán, Chihuahua, Sinaloa y Querétaro.


LA SEQUÍA: AMENAZA DE CRISIS ALIMENTARIA
Las consecuencias de la peor sequía sufrida en nuestro país en 60 en años se dejan sentir: pérdidas en 6.5 millones de hectáreas y la muerte de 4.2 millones de piezas de ganado, de acuerdo a la información revelada por el ex titular de la Sagarpa, Alberto Cárdenas, en reunión celebrada con representantes de organismos agrícolas y ganaderos de Aguascalientes a mediados del pasado mes de agosto. Esta verdadera catástrofe en el campo mexicano atenta contra el abasto alimenticio nacional, ya que los principales cultivos afectados fueron de maíz y de frijol.


La Confederación Nacional Campesina (CNC) encendió los focos rojos ante la inminencia de lo que consideró “una crisis alimentaria histórica”, resultado de la prolongada sequía. Su presidente Cruz López aprovechó hace unos días la clausura del congreso de la central agraria de filiación priísta para afirmar: “El gobierno federal minimiza la amenaza de hambruna para el año que entra, dice que nosotros exageramos, pero los hechos nos dan la razón”.
Los estados más afectados por la sequía son Guanajuato, Zacatecas, Hidalgo, Querétaro, Nuevo León, Durango, Aguascalientes, Michoacán, Campeche, Veracruz y Morelos. Los daños más severos se reportan en Guanajuato, donde se perdió por falta de lluvias 70 por ciento de las 500 mil hectáreas de temporal para siembra de maíz y sorgo principalmente.


En cuanto a la falta de agua en las ciudades, el mejor ejemplo es el que ocurre en la enorme Ciudad de México y su área connurbada, donde la falta de abasto apenas inicia: las presas que alimentan al sistema Cutzamala se encuentran en los niveles más bajos jamás registrados. El mes de julio fue el más seco desde 1941 y las recientes lluvias no han alterado una compleja realidad donde se combinan el agotamiento, la falta de mantenimiento de las instalaciones, las fugas y las tomas clandestinas.


De acuerdo a datos del Sistema de Aguas de la Ciudad de México, debido al robo de agua a través de tomas clandestinas extendidas por todo el sistema Cutzamala, sobre todo para fines de riego, los habitantes de la Ciudad de México dejan de recibir cada día 270 millones de litros del líquido.
Lo que nos lleva al negocio de las pipas: 8.5 por ciento de los usuarios de agua potable en las grandes ciudades del país es abastecido por pipas, de acuerdo a datos del Instituto Mexicano de Tecnología del Agua. En la Ciudad de México la carga de una pipa con 10 mil litros de agua potable alcanza un precio de 900 pesos. Los piperos, quienes se abastecen en las garzas despachadoras de la ciudad, pagan por ésta 280 pesos. De acuerdo a datos del Sistema de Aguas capitalino, en la ciudad operan 85 empresas de piperos, con cerca de 250 pipas y si bien es un hecho que más empresas operan en el área connurbada, no se sabe cuál es el número total de pipas abastecedoras de agua en una megalópolis con tanta sed. Al advertir sobre las posibles consecuencias de la falta de agua y de la inequidad en el abasto, Emilio Álvarez Icaza, presidente de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF) afirmó recientemente: “Los estudios prospectivos dicen que las guerras en un inicio fueron por territorio, después por riquezas, luego por combustibles y ahora por agua”.


EFECTOS DEL CAMBIO CLIMÁTICO
Otro de los males que se ciernen sobre la Ciudad de México es el de una posible inundación. A la falta de mantenimiento del drenaje urbano, a las circunstancias geográficas del valle donde se asentaba un lago y confluyen todavía, pese al asfalto, los cauces de varios ríos, se suman los efectos de la contaminación ambiental y el cambio climático, que han provocado el aumento de las temperaturas e intensas lluvias, repentinas tormentas generadoras de una enorme descarga de agua en periodos muy cortos de tiempo.


Víctor Magaña, investigador del Centro de Ciencias de la Atmósfera de la UNAM, describe cómo el fenómeno del cambio climático se deja sentir ya en uno de los conglomerados urbanos más grandes del planeta: “La Ciudad de México presenta un fenómeno que conocemos como isla de calor. La isla de calor tiende a producir, también en la parte hidrológica, eventos extremos, es decir, cada vez más aguaceros de fuerte intensidad. Ha crecido exponencialmente el número de estos aguaceros a lo largo de las décadas en la Ciudad de México. Con ello combinamos lo peor de dos escenarios en cuanto a factores que cambian el clima y la forma en que llueve: por un lado el efecto de cambio climático global, que al parecer ya se está manifestando en el DF, y por el otro, la isla de calor, que está produciendo un mayor número de tormentas severas”.


Se ha dicho muchas veces pero hay que repetirlo: la degradación ecológica del Valle de México es resultado de un crecimiento urbano anárquico. Un crecimiento canceroso que parte de un esquema centralista de desarrollo económico y político, lo que ha propiciado una de las mayores concentraciones urbanas del planeta: “Desgraciadamente el crecimiento de la ciudad es mucho más rápido que el de su infraestructura diseñada para dar respuesta a este tipo de situaciones. Entonces tenemos por un lado un sistema de drenaje que está ahogándose en términos de su capacidad de respuesta a la evacuación de todas las aguas que llueven año tras año, y por otro lado, una serie de asentamientos irregulares en gran parte de la ciudad, como en la zona poniente. Combinamos así la amenaza de lluvias cada vez más intensas por efecto del cambio climático con la vulnerabilidad causada por asentamientos irregulares, por déficit hidráulico de la ciudad misma y por déficit también tanto en los sistemas de alertamiento temprano como en la capacidad de movilización de los cuerpos de rescate y de emergencia. Estos factores aumentan el riesgo, y el problema es que el riesgo cuando se materializa se traduce en desastres”, dice Magaña.


En el Valle de México se ha propiciado un crecimiento urbano del orden de 315 por ciento en tan sólo 40 años, con los consecuentes procesos de deforestación. Esta es la principal causa del deterioro del sistema ecológico, el asfalto que se extiende y provoca fenómenos como la isla de calor y las intensas tormentas. En el último siglo la temperatura en el Valle de México ha tenido un incremento en promedio de cuatro grados; un calentamiento brutal por efecto de una caótica urbanización.


DIAGNÓSTICO DE GREENPEACE
Greenpeace México documentó la realidad de la depredación de los recursos naturales en su informe “México: consecuencias económicas y sociales de la devastación ambiental”. Allí se establece: “Los recursos renovables se están agotando: el agua dulce es poca y en muchos casos está contaminada, la cubierta forestal está fuertemente degradada, la desertificación avanza rápidamente, la desaparición de especies no tiene precedente, la diversidad de cultivos se está reduciendo, al tiempo que toda clase de partículas tóxicas se encuentran en nuestro organismo, en el agua, el aire, el mar, los campos”.
Víctor Ronquillo
Fuente