El cambio climático plantea un enorme desafío para el desarrollo. En 2050, el mundo tendrá que proveer alimentos a una población de 9000 millones de personas, ofrecer viviendas y otros servicios a 2000 millones de nuevos habitantes en las ciudades, y proporcionar acceso universal a la energía a precios asequibles y, al mismo tiempo, reducir las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero a un nivel en que sea posible un futuro sostenible. Simultáneamente, se intensificarán las inundaciones, las sequías, el aumento del nivel del mar, las amenazas al abastecimiento de agua y la seguridad alimentaria, y la frecuencia de los desastres naturales, amenazando con sumir en la pobreza a otros 100 millones de personas en los próximos 15 años.
El Banco Interamericano de Desarrollo (
En el marco de los compromisos de cooperación que la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT), mantiene con Alemania, Canadá, Dinamarca, Francia, Reino Unido, la Unión Europea y el Instituto Global para el Crecimiento Verde (GGGI), así con el apoyo de la Agencia Mexicana de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AMEXCID), culminó en la sede de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) el Taller sobre tecnologías para la adaptación y mitigación del cambio climático.
El Secretario General de la ONU subrayó este miércoles que hace falta un aumento drástico de las inversiones en energías limpias y un cambio que permita dejar de utilizar los combustibles fósiles inmediatamente.
En gira de trabajo por el estado de Durango, el Secretario de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT), Rafael Pacchiano Alamán, señaló que parte clave del combate al cambio climático es el uso racional del agua, por lo que es importante conservar los acuíferos y hacer uso sostenible del agua subterránea, para reducir la vulnerabilidad de la población y de las actividades económicas como la agricultura y la ganadería frente a los impactos de este fenómeno global.
Los desastres naturales pueden provocar pérdidas inimaginables y continúan perjudicando de manera desproporcionada a los más pobres y vulnerables. Cuando el ciclón Pam de categoría 5 azotó Vanuatu en marzo provocó una destrucción sin precedentes. Fue el mayor ciclón que ha tocado tierra en el Pacífico en la historia, y afectó a 22 de las 83 islas de Vanuatu, con mareas que arrasaron pueblos enteros, haciendo desaparecer la infraestructura y destruyendo cientos de acres de cultivos. Con más de dos tercios de la población damnificada, el ministro de Hacienda del país describió el impacto de la tormenta como “catastrófico, destruyendo años de desarrollo e inversiones”.